NZINGA MBUNDA NZINGA MBUNDA
Su historia comienza en el siglo XVI, cuando los traficantes de esclavos portugueses se dirigían al Congo y al suroeste de África, después de que su participación en la trata de esclavos fuera amenazada por Inglaterra y Francia en el norte del Continente. Los
riqueza, sus ejércitos y su poder al bloquear el acceso de los portugueses a las rutas de comercio de esclavos y desviar a los esclavos a Matamba. Ella siguió resistiendo a las tropas portuguesas durante décadas y se dice que incluso llegó a vestirse como un hombre para pasar desapercibida y conducir a
portugueses acudieron allí creyendo que iban a tenerlo fácil. Sin embargo se encontraron con la dura oposiciónb de una reina angoleña, una mujer que lucharía contra los esclavistas durante décadas. Anna Nzinga, Nzinga de Ndongo y Matamba,
era la hija del rey Kiluanji Kia Samba del pueblo Mbundu en la actual Angola. Cuentan que su nombre es
debido a que nació con su cordón umbilical envuelto alrededor del cuello. Desde muy pequeña aprendió el arte de la guerra. El rey Ngola Kiluanji permitió que tanto Nzinga como su hermano Ngola Mbandi presenciaran cómo gobernaba el reino. Como resultado, crecieron entendiendo las terribles implicaciones que tendría la colonización
portuguesa, la cual dependía de la esclavitud para expandir su alcance y riquezas. Muerto su hermano en circunstancias extrañas, Nzinga, reclama su lugar como nueva reina. Llegó al reinado bajo una gran oposición de las facciones políticas internas del reino. Inicialmente los portugueses tampoco reconocieron a la joven como la reina legítima del pueblo Mbundu, ellos sospechaban que de alguna manera estaba implicada en la muerte de su hermano. Los portugueses
presionaron porque el heredero aparente al trono de Mbundu fuera el hijo de Ngola Mbandi. Nzinga se vio obligada a recurrir al apoyo de fuera del estado. Recurre a guerreros Imbangala que habitaban las fronteras del reino Mbundu y que en el pasado habían expresado su hostilidad contra los ejércitos Mbundu y portugués. Nzinga también ofreció asilo a los esclavos que escapaban de los territorios portugueses, eventualmente reclutándolos como mano de obra. Sin embargo, los Imbangala acabaron desertando y Nzinga se quedó sin aliados y con el ejército portugués persiguiéndola. Nzinga huyó al reino Mbundu de Matamba. En el siglo XVI Matamba había florecido bajo el dominio de varias reinas, aunque acabarían cediendo el poder al padre de Nzinga, Ngola Kiluanji, y más tarde a su hermano. El desorden después de la muerte de este y las diversas incursiones habían creado un vacío político que Nzinga se apresuró en llenar utilizando su disposición a aceptar a las mujeres gobernantes para reforzar su posición como líder de los Mbundu. Así fue como Nzinga aumentó suriqueza, sus ejércitos y su poder al bloquear el acceso de los portugueses a las rutas de comercio de esclavos y desviar a los esclavos a Matamba. Ella siguió resistiendo a las tropas portuguesas durante décadas y se dice que incluso llegó a vestirse como un hombre para pasar desapercibida y conducir a
sus ejércitos en la batalla. Cuentan que la reina de Angola vivía con un gran harén de hombres. Estos debían vestir como las mujeres y eran conocidos como los chibados. Dicen que esta pléyade a veces acudía a un torneo organizado por Nzinga. Dicen que
ocurría cuando la reina buscaba placer carnal. Entonces, algunos hombres debían llevar a cabo un combate a muerte. El ganador tenía asegurada una noche con ella, una sola noche en la que podía hacer el amor por última vez. A la mañana siguiente los hombres que se habían acostado con ella eran condenados a
muerte. Su reinado fue largo hasta que a los 74 años y Nzinga después de haber luchado durante décadas entró en conversacionesde paz con los portugueses. Acabó
cediendo gran parte de su poder y dedicó sus esfuerzos a la reconstrucción de una nación devastada por la guerra. En 1663 moría una de las primeras personas que luchó por la libertad de Angola y la esclavitud. Una mujer única, despiadada y, sobre todo, libre.
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