ENRIQUETA ESTELA BARNES DE CARLOTTO (Buenos Aires, 22 de octubre de 1930)
Activista argentina de derechos humanos y presidenta de la asociación Abuelas de Plaza de Mayo. Una de sus hijas, Laura Estela Carlotto, fue secuestrada y desaparecida en Buenos Aires, estando embarazada, a finales de 1977. Carlotto ha recibido distintos reconocimientos por su trabajo con Abuelas de Plaza de Mayo, entre ellos el Premio de Derechos Humanos de las Naciones Unidas. Nació en Buenos Aires, en el seno de una familia de ascendencia inglesa. Se casó con Guido Carlotto, con quien tuvo cuatro hijos. Fue maestra de escuela primaria. En la década de 1970, cuando gobernaba el país la dictadura cívico-militar Proceso de Reorganización Nacional (1976-1983), tres de sus hijos participaban en política: Laura Estela, estudiante de Historia de la Universidad Nacional de La Plata, militaba en
el peronismo, Claudia pertenecía a la Juventud Universitaria Peronista y Guido Miguel integraba el centro de estudiantes de su escuela secundaria. El 5 de agosto de 1977, las fuerzas armadas secuestraron y torturaron a su esposo, que fue liberado luego del pago de una cuantiosa indemnización. A finales de noviembre de 1977, Laura, embarazada de tres meses, fue secuestrada y conducida al centro clandestino de detención La Cacha, en La Plata. Poco antes del parto, fue llevada a un lugar
indeterminado, en el que dio a luz el 26 de junio de 1978. Estela hizo gestiones para la liberación de su hija, y llegó incluso a entrevistarse con el general Reynaldo Bignone, que le dijo que Laura no iba a permanecer con vida. En abril del 78 fue liberada una compañera de cautiverio de su hija y le informó que su hija aún estaba viva y embarazada. Y que Laura le comunicó que el bebé iba a nacer en junio, y que si era varón lo iba a llamar Guido, como su papá. Y que
lo buscaran en la Casa Cuna. Meses más tarde los militares le entregaban el cadáver de su hija. Fue uno de los pocos casos en que el cuerpo de un desaparecido fue devuelto a sus familiares. Estela de Carlotto comenzó la búsqueda de su nieto y la de los demás niños secuestrados-desaparecidos por las fuerzas militares. Con esa preocupación se unió a la Asociación Abuelas de Plaza de Mayo, organización de la que es presidenta desde 1989. En 1985, ya en democracia,
hizó exhumar el cuerpo y el equipo de antropología forense lo examinó a fondo para determinar con exactitud todo lo que los militares habían negado. El deterioro de su dentadura probaba su largo secuestro; por la pelvis supimos que había tenido un bebé y por las balas alojadas en su cráneo, que había sido ejecutada. Así reuní elementos de prueba para la Justicia y para demostrar al exterior, donde teníamos causas abiertas, qué era lo que había pasado. Cuenta Carlotta que esa vez sí quisó verla...Vi sus huesitos,
la vi a ella, la vi. Y cerré el duelo y nunca más necesité ir al cementerio. Su querida Laura en el cautiverio dijo: «Mi mamá no les va a perdonar a los milicos lo que me están haciendo. Y los va a perseguir mientras tenga vida». Lo cual significaba que me conocía más que yo misma porque yo no era mujer heroica. Nunca había participado en nada. Era una mujer con un origen de clase media baja, criada en épocas dulces si se quiere; nunca me iba a imaginar que iba a
seguir toda mi vida a esto. Sus otros tres hijos están también vinculados con la defensa de los derechos humanos: Guido "Kibo" es Secretario de Derechos Humanos de la Provincia de Buenos Aires, Remo es diputado nacional y Claudia es la titular de la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad (Conadi). Durante casi cuatro décadas, Estela de Carlotto buscó a su nieto y colaboró para encontrar a los hijos de miles de desaparecidos durante los años de la Junta Militar argentina. Fue considerada en varias ocasiones candidata al Premio Nobel de la Paz, y su búsqueda pronto se convirtió en un símbolo de la lucha por los Derechos Humanos en Latinoamérica. Por relatos pudo reconstruir que su nieto fue apropiado y su identidad cambiada. Lo buscó durante décadas. El 5 de agosto de 2014, tras una comprobación de ADN hecha voluntariamente por el interesado, su nieto
indeterminado, en el que dio a luz el 26 de junio de 1978. Estela hizo gestiones para la liberación de su hija, y llegó incluso a entrevistarse con el general Reynaldo Bignone, que le dijo que Laura no iba a permanecer con vida. En abril del 78 fue liberada una compañera de cautiverio de su hija y le informó que su hija aún estaba viva y embarazada. Y que Laura le comunicó que el bebé iba a nacer en junio, y que si era varón lo iba a llamar Guido, como su papá. Y que
lo buscaran en la Casa Cuna. Meses más tarde los militares le entregaban el cadáver de su hija. Fue uno de los pocos casos en que el cuerpo de un desaparecido fue devuelto a sus familiares. Estela de Carlotto comenzó la búsqueda de su nieto y la de los demás niños secuestrados-desaparecidos por las fuerzas militares. Con esa preocupación se unió a la Asociación Abuelas de Plaza de Mayo, organización de la que es presidenta desde 1989. En 1985, ya en democracia,
hizó exhumar el cuerpo y el equipo de antropología forense lo examinó a fondo para determinar con exactitud todo lo que los militares habían negado. El deterioro de su dentadura probaba su largo secuestro; por la pelvis supimos que había tenido un bebé y por las balas alojadas en su cráneo, que había sido ejecutada. Así reuní elementos de prueba para la Justicia y para demostrar al exterior, donde teníamos causas abiertas, qué era lo que había pasado. Cuenta Carlotta que esa vez sí quisó verla...Vi sus huesitos,
la vi a ella, la vi. Y cerré el duelo y nunca más necesité ir al cementerio. Su querida Laura en el cautiverio dijo: «Mi mamá no les va a perdonar a los milicos lo que me están haciendo. Y los va a perseguir mientras tenga vida». Lo cual significaba que me conocía más que yo misma porque yo no era mujer heroica. Nunca había participado en nada. Era una mujer con un origen de clase media baja, criada en épocas dulces si se quiere; nunca me iba a imaginar que iba a
seguir toda mi vida a esto. Sus otros tres hijos están también vinculados con la defensa de los derechos humanos: Guido "Kibo" es Secretario de Derechos Humanos de la Provincia de Buenos Aires, Remo es diputado nacional y Claudia es la titular de la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad (Conadi). Durante casi cuatro décadas, Estela de Carlotto buscó a su nieto y colaboró para encontrar a los hijos de miles de desaparecidos durante los años de la Junta Militar argentina. Fue considerada en varias ocasiones candidata al Premio Nobel de la Paz, y su búsqueda pronto se convirtió en un símbolo de la lucha por los Derechos Humanos en Latinoamérica. Por relatos pudo reconstruir que su nieto fue apropiado y su identidad cambiada. Lo buscó durante décadas. El 5 de agosto de 2014, tras una comprobación de ADN hecha voluntariamente por el interesado, su nieto
fue identificado, y se convirtió en el número 114 de la lista de nietos recuperados."Lo que yo quería era no morirme sin abrazarlo. Y pronto lo voy a poder abrazar", dijo de Carlotto sobre su nieto.Tan pronto se conoció la noticia, la mayoría de los medios y redes sociales de Argentina estallaron de emoción. La alegría que sentimos cuando apareció Guido fue por Estela, pero también
fue por la lucha de las Abuelas. Aunque cada vez aparecen más nietos, también se está haciendo más difícil hallarlos, ellas se van muriendo, por eso tienen que aparecer ahora. A sus 84 años, después de casi 40 de lucha y de otros 113 nietos recuperados, de Carlotto pudo añadir otro capítulo a su historia. Y pensar de nuevo en la madre asesinada de Guido, en su Laura: "Ella estará diciendo: 'Mamá, ganaste una batalla larga'".
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