TIYE : REINA EGIPCIA GOBERNANTE EN LA SOMBRA

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 Reina y esposa de Amenhotep III, de la XVIII Dinastía, y una de las mujeres más carismáticas de la historia egipcia. Al contrario que  sus predecesoras, las Grandes Esposas Reales, Tiy no era de linaje real y no ocultó nunca su origen noble, procedente de la ciudad sureña de Ajmin (Akhmin). Su padre, Yuya, era un jefe de carros de guerra,

mientras que su madre, Tuyu, ostentaba el título de "Ornamento Real",  así como de "Cantora del templo de Amón". Cuando Amenhotep III asumió el trono era aún un niño, y había un Consejo de Regencia dominado por la madre del rey, Mutemuia. Esta mujer, pese a haber parido al sucesor, no fue la "Gran Esposa Real" de Thutmose IV (Tutmosis IV), y tuvo que aguantar el desplante de las otras reinas. Mutemuia se vengó de ellas al negar a las princesas reales el matrimonio con el "nuevo Horus".  

Yuya era un hombre muy importante en el Egipto de aquel entonces, y es posible que fuera el hermano de la reina madre Mutemuia. Por tanto, Tiy y Amenhotep III habrían sido primos. A todo esto se une el que Tuyu podía ser descendiente, por una rama secundaria, de Ahmose-Nefertari, por lo que la candidatura de Tiy era del todo legítima. El poder de Yuya y Tuyu 

creció parejo al de los jóvenes reyes, e incluso fueron enterrados                                   en el Valle de los Reyes. Su tumba fue, junto con la de Tutanjamón (Tutankamón), hallada casi intacta y las momias en perfecto estado de conservación. Tiy se casó con Amenhotep III a la edad de siete u ocho años, aproximadamente dos menos que su sagrado marido. La pareja pareció complementarse desde el primer momento y nunca más volvieron a separarse. Es innegable la 

influencia que tuvo Tiy sobre el faraón, nunca vista antes en las "Dos Tierras". Tanto es así que, con motivo de su matrimonio, Amenhotep III envió escarabeos a todos los monarcas vecinos en los que anunciaba la existencia de su primera Gran Esposa Real. La reina Tiy no dejó de aparecer en todos los monumentos construidos por su marido, y en condiciones de total igualdad con él.

El peso político de la joven reina era enorme, y no tuvo el menor reparo en manejar a Amenhotep III, que tuvo la suerte de gozar de un reinado largo y próspero. Se dice que la Reina Tiye fue la auténtica gobernante en la sombra, ayudada por su suegra Mutemuia y por la incapacidad de su real esposo. Uno 

de los hechos más problemáticos del reinado de Amenhotep III es el papel que jugó el dios Atón en sus años de gobierno. Muchos afirman que esta deidad fue introducida en la corte por la propia Tuy, pero ya existían menciones de él bajo los mandatos de

Hatshepsut o Thutmose IV. Lo que sí es cierto es que bajo Amenhotep III y Tiy alcanzó una popularidad  antes impensable. Llegó a existir bajo su reinado una competencia entre Amón, el favorito del pueblo, y Atón, el elegido por la pareja real para contrarrestar la influencia de los sacerdotes. En su papel de reina y de madre, Tiy no dudó en inculcar el culto a Atón a su hijo, el príncipe Amenhotep, sentenciando sin querer así

  

al país, al llamado "Cisma de Amarna" que llegaría en solo unas décadas después, hundiendo la dinastía. Tiy no solo se hacía representar en todos los lugares acompañando a su esposo, sino que, dirigía ceremonias y tomaba parte en los asuntos de Estado al lado de Amenhotep III, quien no dudó en delegar poderes en su mujer.

 Durante el reinado de Amenhotep III fue, la Reina Tiy, la auténtica gobernante en la sombra. Su poder sobre el faraón era tan grande que no solo se le dedicaban numerosas estatuas a ella sola, sino que incluso se hizo construir para ella el palacio real de Malkata, en la orilla occidental de Tebas. Este lugar acabaría por convertirse en la residencia tebana de los faraones.